Después de quince años asesorando a familias con sus finanzas, he notado un patrón fascinante. No son los gastos grandes los que destrozan los presupuestos, sino esos pequeños que pasan desapercibidos.
El café de camino al trabajo, la suscripción que se renueva automáticamente, el "solo son 3 euros" del kiosco. Individualmente parecen insignificantes, pero sumados pueden representar el 30% de nuestros ingresos disponibles.
Lo interesante es que cuando las personas empiezan a rastrear estos gastos menores durante solo dos semanas, su comportamiento cambia naturalmente. No hace falta prohibirse nada, simplemente ser consciente ya genera un cambio.
En mi consulta he visto cómo familias que ganaban lo mismo mejoraban su situación financiera drásticamente solo prestando atención a estos detalles. Es sorprendente la diferencia que puede hacer esa consciencia.